Es difícil establecer el momento en que los seres humanos crearon las lenguas para comunicarse, pero se sabe que la lengua hablada es anterior a la escrita. Es posible encontrar todavía en la actualidad comunidades que desconocen la escritura.
La lengua hablada y la lengua escrita constituyen dos tipos de comunicación, igualmente importantes, con características y funciones propias.
𝗟𝗮 𝗹𝗲𝗻𝗴𝘂𝗮 𝗵𝗮𝗯𝗹𝗮𝗱𝗮 𝗲𝗺𝗽𝗹𝗲𝗮 𝘀𝗼𝗻𝗶𝗱𝗼𝘀 𝘆 𝗰𝘂𝗺𝗽𝗹𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗳𝘂𝗻𝗰𝗶ó𝗻 𝗰𝗼𝗺𝘂𝗻𝗶𝗰𝗮𝘁𝗶𝘃𝗮 𝗶𝗻𝗺𝗲𝗱𝗶𝗮𝘁𝗮; 𝗴𝗲𝗻𝗲𝗿𝗮𝗹𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗲𝘀 𝘂𝗻 𝗹𝗲𝗻𝗴𝘂𝗮𝗷𝗲 𝗲𝘀𝗽𝗼𝗻𝘁á𝗻𝗲𝗼, 𝗲𝗹 𝗲𝗺𝗶𝘀𝗼𝗿 𝗽𝘂𝗲𝗱𝗲 𝗿𝗲𝗰𝘁𝗶𝗳𝗶𝗰𝗮𝗿 𝗹𝗼 𝗱𝗶𝗰𝗵𝗼 𝘆 𝗲𝗹 𝗿𝗲𝗰𝗲𝗽𝘁𝗼𝗿 𝗲𝘀𝘁á 𝗲𝗻 𝗽𝗼𝘀𝗶𝗯𝗶𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗱𝗲 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗿𝗲𝗻𝗱𝗲𝗿 𝗲𝗹 𝗺𝗲𝗻𝘀𝗮𝗷𝗲 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗺𝗶𝘀𝗺𝗼 𝗺𝗼𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗲𝗺𝗶𝘀𝗶ó𝗻. 𝗔𝗱𝗲𝗺á𝘀, 𝘀𝗲 𝗮𝗽𝗼𝘆𝗮 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗲𝗻𝘁𝗼𝗻𝗮𝗰𝗶ó𝗻, 𝗲𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗽𝗮𝘂𝘀𝗮𝘀, 𝗲𝗻 𝗰𝗮𝗺𝗯𝗶𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗿𝗶𝘁𝗺𝗼𝘀, 𝘆 𝗲𝗻 𝘀𝗶𝗴𝗻𝗼𝘀 𝗻𝗼 𝘃𝗲𝗿𝗯𝗮𝗹𝗲𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗹𝗼𝘀 𝗴𝗲𝘀𝘁𝗼𝘀 𝘆 𝗹𝗼𝘀 𝗺𝗼𝘃𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗿𝗽𝗼𝗿𝗮𝗹𝗲𝘀.
La lengua hablada se adquiere con éxito en los primeros años de la vida, sin ningún entrenamiento específico; es suficiente con que el niño esté en contacto con una lengua para que la adquiera de manera natural.
𝗟𝗮 𝗹𝗲𝗻𝗴𝘂𝗮 𝗲𝘀𝗰𝗿𝗶𝘁𝗮 𝗲𝗺𝗽𝗹𝗲𝗮 𝘀𝗶𝗴𝗻𝗼𝘀 𝗴𝗿á𝗳𝗶𝗰𝗼𝘀 𝘆 𝗹𝗮 𝗰𝗼𝗺𝘂𝗻𝗶𝗰𝗮𝗰𝗶ó𝗻 𝘀𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗯𝗹𝗲𝗰𝗲 𝗱𝗲 𝗺𝗮𝗻𝗲𝗿𝗮 𝗱𝗶𝗳𝗲𝗿𝗶𝗱𝗮, 𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗰𝗶𝗿, 𝗲𝗹 𝗿𝗲𝗰𝗲𝗽𝘁𝗼𝗿 𝗽𝘂𝗲𝗱𝗲 𝘁𝗮𝗿𝗱𝗮𝗿 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗹𝗲𝗲𝗿 𝗲𝗹 𝘁𝗲𝘅𝘁𝗼 𝗱𝗲𝗹 𝗲𝗺𝗶𝘀𝗼𝗿. 𝗘𝗹 𝗮𝗽𝗿𝗲𝗻𝗱𝗶𝘇𝗮𝗷𝗲 𝗱𝗲𝗹 𝗹𝗲𝗻𝗴𝘂𝗮𝗷𝗲 𝗲𝘀𝗰𝗿𝗶𝘁𝗼 𝗿𝗲𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿𝗲 𝗱𝗲 𝗮𝗱𝗶𝗲𝘀𝘁𝗿𝗮𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗰𝗶𝗮𝗹 𝗽𝘂𝗲𝘀 𝗶𝗺𝗽𝗹𝗶𝗰𝗮 𝗲𝗹 𝗱𝗼𝗺𝗶𝗻𝗶𝗼 𝗱𝗲 𝘂𝗻 𝘀𝗶𝘀𝘁𝗲𝗺𝗮 𝗮𝗹𝗳𝗮𝗯é𝘁𝗶𝗰𝗼 𝘆 𝗼𝗿𝘁𝗼𝗴𝗿á𝗳𝗶𝗰𝗼. 𝗘𝗹 𝗺𝗲𝗻𝘀𝗮𝗷𝗲 𝗴𝗲𝗻𝗲𝗿𝗮𝗹𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗲𝘀 𝗮𝘂𝘁ó𝗻𝗼𝗺𝗼 𝘆 𝗽𝗼𝗿 𝗲𝗹𝗹𝗼 𝗲𝗹 𝗲𝗺𝗶𝘀𝗼𝗿 𝗰𝗿𝗲𝗮 𝗲𝗹 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗲𝘅𝘁𝗼 𝗻𝗲𝗰𝗲𝘀𝗮𝗿𝗶𝗼 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝘀𝗲𝗿 𝗲𝗻𝘁𝗲𝗻𝗱𝗶𝗱𝗼 𝗽𝗼𝗿 𝗲𝗹 𝗿𝗲𝗰𝗲𝗽𝘁𝗼𝗿.
Culturalmente, existe la tendencia a otorgar mayor relevancia a la lengua escrita debido a su carácter duradero, lo que ha permitido, en cierta medida, preservar y difundir más ampliamente el conocimiento.
Todas las personas interesadas en el conocimiento de su lengua, deben desarrollar tanto la lengua lengua hablada como la escrita y, para ellos, pueden utilizar los recursos propios de cada una de estas dos formas en que se manifiesta la lengua. Tanto la lengua hablada como la escrita, requieren de un contexto cultural para ser aprendidas, las dos son capacidades comunicativas propias del individuo.
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